Por Teplantoatani | @teplantoatani.
El cultor del derecho. Así se refería Ignacio Burgoa [1] al jurista cuando explicaba la importancia que este desempeña en el ámbito social, en sus distintas facetas, ya sea como jurisprudente, abogado, maestro o juez.
En la actualidad, tal importancia en su actuación tratándose específicamente de abogados y jueces, atraviesan por una fuerte crisis, dado que las personas se plantean cada vez más si realmente son necesarios. ¿Es una afirmación muy extremista? A mi parecer no, pues basta escuchar en reuniones con amigos y familiares que desconocen realmente el trabajo que realizan abogados y jueces, para tener una aproximación sobre la percepción negativa que se tiene sobre ellos. Es más, basta recordar que durante los meses de noviembre y diciembre pasados, prácticamente la conversación en privado y en las redes sociales versó sobre este tópico con las reformas a la LFRSS[2].
[1] (2007). El jurista y el simulador del
derecho. Pág. 17. México. Editorial Porrúa.
[2] Ley Federal de Remuneraciones de los Servidores Públicos.
[3] Orihuela Burgoa Ignacio. (2007). El jurista y el simulador del derecho. Pág. 59.
[4] Ossorio Ángel. El Alma de la Toga. Biblioteca Jurídica Praxis
The Younger Village Lawyer de Pieter Brueghel |
En la actualidad, tal importancia en su actuación tratándose específicamente de abogados y jueces, atraviesan por una fuerte crisis, dado que las personas se plantean cada vez más si realmente son necesarios. ¿Es una afirmación muy extremista? A mi parecer no, pues basta escuchar en reuniones con amigos y familiares que desconocen realmente el trabajo que realizan abogados y jueces, para tener una aproximación sobre la percepción negativa que se tiene sobre ellos. Es más, basta recordar que durante los meses de noviembre y diciembre pasados, prácticamente la conversación en privado y en las redes sociales versó sobre este tópico con las reformas a la LFRSS[2].
No es una cuestión menor lo que refiero. Las personas realmente se planteaban si eran necesarios los jueces y abogados, pues a los primero incluso afirmaban que se les liquidara y que desapareciera la Corte. Respecto a los segundos, muchos los vieron como verdaderos oportunistas, prácticamente los tacharon de deshonestos por representar a personas que pedían un amparo contra dicha ley.
Sobra decir que la historia nos da más de un ejemplo de lo importante que son los abogados y los jueces para una sociedad. Es fácil para las personas olvidar que muchos derechos ganados, se han conseguido no solo por el activismo o cambio de régimen de gobierno, sino en tribunales donde un abogado ha expuesto la causa de pedir de su representado y el juez la concede.
Con el cambio de gobierno, lejos de sostener la idea de una crisis insuperable en el rol de abogados y jueces, me parece que es una excelente oportunidad para refrendar la importancia social de su actividad. Para ello deberá llevarse a cabo un ejercicio serio de lo que funciona y lo que se debe de mejorar.
En el caso de los jueces, uno de los retos que presentan es la escasa autocrítica respecto a la forma en la que ingresan a laborar a la Institución y en algunos puestos, la forma en la que se designan al personal de los juzgados. Así mismo, señalar seriamente que prestaciones deben eliminarse o reducirse pues algunas resultan un abuso, dado el salario con el que cuentan.
En el ámbito federal se están generando cambios serios sobre está situación, gracias en parte a ello por el cambio de presidencia de la Corte y del Consejo de la Judicatura, algo que deberían aprovechar los tribunales del fuero común, para que, en la medida de lo posible, adopten políticas similares.
Otro reto es la transparencia. Es decir, que mecanismos deben implementar para que personas puedan directamente acceder a sentencias, a los exámenes de oposición, a documentos generados por el C.J.F., sin acudir a la plataforma de transparencia.
Un tercer reto implica el cómo hacer que el juez sea empático con el usuario de justicia. Es decir, que el servidor público entienda que ser empático, va más allá de ponerse en el lugar del otro.
Suele decirse que muchos jueces en distintos niveles afirman que su función es solo dictar sentencia, llevar audiencias, etc. Se cierran al limitar su actividad.
Hay jueces que odian recibir y escuchar a las partes o a los abogados, pues insisten, la ley no los obliga. Estás personas no deberían sorprenderse entonces cuando haya personas que pidan que les reduzcan los salarios o de plano pidan eliminar su labor.
En ese sentido, ser empático, como se dijo, va más allá de ponerse en el lugar del usuario o de su abogado, pues no significa estar de acuerdo con el modo de interpretar las situaciones con carga afectiva de estos, pues lo que se busca es que el juez como rector del juicio, escuche, comprenda y genere apoyo a la persona que tiene enfrente, sin que ello implique acceder a algo indebido o perder su imparcialidad, pues se insiste, ser empático no implica estar de acuerdo o acceder a lo peticionado. Lo anterior es así, pues cada vez parece que cuando se acude ante un juzgado lo que menos existe es cordialidad pues el sentimiento es de que hacen un favor al usuario.
El día que se logre implementar una verdadera empatía con el usuario de justicia, habrá un cambio sustancial en la administración de justicia, pues esta va más allá de una emisión de una sentencia que decida el asunto.
Por lo que respecta a los abogados, son diversos los retos que afrontan. Los postulantes deberían frecuentemente formularse preguntas como ¿Estás respondiendo a las necesidades cambiantes de tus representados? ¿Cómo mejoras tu práctica legal ¿Estableces metas con responsabilidad social?
Las preguntas anteriores, nos conducen a temas urgentes como la certificación, el uso e implementación de nuevas tecnologías en la práctica legal mexicana y la necesidad de crear normatividad que regule la ética.
Hoy en día, es casi nula la normatividad que regule el comportamiento de los abogados, de ahí que muchos se conduzcan con una irresponsabilidad afectando los intereses de sus representados sin recibir una sanción por ello. Es cierto que existen vías como la responsabilidad civil y penal, para responsabilizar la mala actuación de un abogado, sin embargo, ello resulta insuficiente y costosa para las personas, pues tendrían que acudir a otro abogado para judicializarla, además de que difícilmente sería sancionado para seguir ejerciendo.
Ahora bien, independientemente de los retos urgentes por afrontar, cuando las personas continúen preguntando si son necesarios abogados y jueces, deberemos señalar que sí, ya que la sociedad no puede prescindir de la actividad de uno junto la interacción del otro, pero ¿Por qué? Porque en ellos recae la responsabilidad no solo de fortalecer la recta administración de justicia, si no las Instituciones jurídicas en favor de las personas, cuya aplicación propicia la justicia[3].
Debemos tener el talento para comunicar a las personas, más con las que pudieron tener una mala experiencia con un abogado o en un juzgado, de que: «se puede vivir sin belleza, sin riqueza, y hasta sin salud. Se vive mal pero se vive. Mientras que sin justicia no se puede vivir».[4] Y la mejor forma de pedir y recibir justicia, es a través de abogados y jueces.
Sobra decir que la historia nos da más de un ejemplo de lo importante que son los abogados y los jueces para una sociedad. Es fácil para las personas olvidar que muchos derechos ganados, se han conseguido no solo por el activismo o cambio de régimen de gobierno, sino en tribunales donde un abogado ha expuesto la causa de pedir de su representado y el juez la concede.
Con el cambio de gobierno, lejos de sostener la idea de una crisis insuperable en el rol de abogados y jueces, me parece que es una excelente oportunidad para refrendar la importancia social de su actividad. Para ello deberá llevarse a cabo un ejercicio serio de lo que funciona y lo que se debe de mejorar.
En el caso de los jueces, uno de los retos que presentan es la escasa autocrítica respecto a la forma en la que ingresan a laborar a la Institución y en algunos puestos, la forma en la que se designan al personal de los juzgados. Así mismo, señalar seriamente que prestaciones deben eliminarse o reducirse pues algunas resultan un abuso, dado el salario con el que cuentan.
En el ámbito federal se están generando cambios serios sobre está situación, gracias en parte a ello por el cambio de presidencia de la Corte y del Consejo de la Judicatura, algo que deberían aprovechar los tribunales del fuero común, para que, en la medida de lo posible, adopten políticas similares.
Otro reto es la transparencia. Es decir, que mecanismos deben implementar para que personas puedan directamente acceder a sentencias, a los exámenes de oposición, a documentos generados por el C.J.F., sin acudir a la plataforma de transparencia.
Un tercer reto implica el cómo hacer que el juez sea empático con el usuario de justicia. Es decir, que el servidor público entienda que ser empático, va más allá de ponerse en el lugar del otro.
Suele decirse que muchos jueces en distintos niveles afirman que su función es solo dictar sentencia, llevar audiencias, etc. Se cierran al limitar su actividad.
Hay jueces que odian recibir y escuchar a las partes o a los abogados, pues insisten, la ley no los obliga. Estás personas no deberían sorprenderse entonces cuando haya personas que pidan que les reduzcan los salarios o de plano pidan eliminar su labor.
En ese sentido, ser empático, como se dijo, va más allá de ponerse en el lugar del usuario o de su abogado, pues no significa estar de acuerdo con el modo de interpretar las situaciones con carga afectiva de estos, pues lo que se busca es que el juez como rector del juicio, escuche, comprenda y genere apoyo a la persona que tiene enfrente, sin que ello implique acceder a algo indebido o perder su imparcialidad, pues se insiste, ser empático no implica estar de acuerdo o acceder a lo peticionado. Lo anterior es así, pues cada vez parece que cuando se acude ante un juzgado lo que menos existe es cordialidad pues el sentimiento es de que hacen un favor al usuario.
El día que se logre implementar una verdadera empatía con el usuario de justicia, habrá un cambio sustancial en la administración de justicia, pues esta va más allá de una emisión de una sentencia que decida el asunto.
Por lo que respecta a los abogados, son diversos los retos que afrontan. Los postulantes deberían frecuentemente formularse preguntas como ¿Estás respondiendo a las necesidades cambiantes de tus representados? ¿Cómo mejoras tu práctica legal ¿Estableces metas con responsabilidad social?
Las preguntas anteriores, nos conducen a temas urgentes como la certificación, el uso e implementación de nuevas tecnologías en la práctica legal mexicana y la necesidad de crear normatividad que regule la ética.
Hoy en día, es casi nula la normatividad que regule el comportamiento de los abogados, de ahí que muchos se conduzcan con una irresponsabilidad afectando los intereses de sus representados sin recibir una sanción por ello. Es cierto que existen vías como la responsabilidad civil y penal, para responsabilizar la mala actuación de un abogado, sin embargo, ello resulta insuficiente y costosa para las personas, pues tendrían que acudir a otro abogado para judicializarla, además de que difícilmente sería sancionado para seguir ejerciendo.
Ahora bien, independientemente de los retos urgentes por afrontar, cuando las personas continúen preguntando si son necesarios abogados y jueces, deberemos señalar que sí, ya que la sociedad no puede prescindir de la actividad de uno junto la interacción del otro, pero ¿Por qué? Porque en ellos recae la responsabilidad no solo de fortalecer la recta administración de justicia, si no las Instituciones jurídicas en favor de las personas, cuya aplicación propicia la justicia[3].
Debemos tener el talento para comunicar a las personas, más con las que pudieron tener una mala experiencia con un abogado o en un juzgado, de que: «se puede vivir sin belleza, sin riqueza, y hasta sin salud. Se vive mal pero se vive. Mientras que sin justicia no se puede vivir».[4] Y la mejor forma de pedir y recibir justicia, es a través de abogados y jueces.
[2] Ley Federal de Remuneraciones de los Servidores Públicos.
[3] Orihuela Burgoa Ignacio. (2007). El jurista y el simulador del derecho. Pág. 59.
[4] Ossorio Ángel. El Alma de la Toga. Biblioteca Jurídica Praxis
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