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lunes, 11 de septiembre de 2023

Un juez federal que actúa es un problema.

Ilustración acortada de la realizada por Brian Lutz

En X compartí una imagen del libro #BiografíaJudicialdel68 escrito por el ministro en retiro José Ramón Cossío.

La imagen corresponde a una nota al pie de página de su libro, donde señala que en la década de los ochentas, el entonces Director de la Policía y Tránsito del Distrito Federal, Eduardo Ferrer Mac Gregor, trató de sobornar al entonces magistrado Darío Maldonado Zambrano, quien se encontraba adscrito a un Tribunal Unitario en el Estado de Sinaloa, para lograr la liberación de un narcotraficante.

 

La nota de pie de página, señala que aquello le costó la renuncia al cargo a Ferrer Mac Gregor, quien no era otro más que el juez de distrito que durante los años de 1968 a 1970, conoció del proceso penal derivado de los acontecimientos del movimiento estudiantil del 68.

 

Ahora bien, la intención del post no es hablar sobre Ferrer Mac Gregor, sino sobre quien fue este magistrado Darío Maldonado, al que intentó sobornar.

 

Indagando un poco, descubrí que este discreto juzgador federal, dentro de su carrera judicial tiene varias historias importantes que merecen la pena contar. Resulta que este magistrado fue tan destacado, que de manera póstuma le fue entregada a su familia la medalla «Ignacio L. Vallarta», la cual se otorga solo aquellos juzgadores que se distinguen por su valor, competencia, honestidad y saber.


Se preguntarán ¿Qué hizo el magistrado? Pues su historia comienza en la década de los setentas, en el sexenio de Luis Echeverria.

 

Dentro del texto "Memorias. Una inquietud y tres historias, del ministro en retiro Góngora Pimentel, narra que para esa época, el presidente de la República solía comer con los ministros de la Suprema Corte.

 

Señala que en una de esas comidas, Luis Echeverría se quejó con el presidente de la Corte, sobre un juez de distrito que se encontraba adscrito en Hermosillo, Sonora.

 

Góngora explica que, se enteró de ello porque en ese entonces, era secretario para asuntos del Pleno de los ministros Ernesto Aguilar Álvarez y Abel Huitrón, a quién el ministro Huitrón escuchó decir del ministro Aguilar los siguiente: 


«Pues que lo cambien y lo mandamos a Tlaxcala».

 

Góngora refiere que, al entonces juez Darío Maldonado, la Corte decidió mandarlo a Toluca, bajo el argumento de «así convenir al buen servicio».

 

Góngora explica que, el motivo real del cambio de adscripción fue porque el juez Darío Maldonado conoció de un amparo respecto a unos estudiantes que habían protestado en la Universidad para solicitar la renuncia del rector.

 

Debido a ello, y como era la práctica común de aquella época, fueron reprimidos y detenidos por orden del gobernador quien pidió que los  encarcelaran en la comandancia, cuyas celdas dice Góngora, se encontraban en ese entonces en Palacio de Gobierno.

 

Los familiares promovieron un amparo y solicitaron la suspensión respecto a la privación de la libertad de los estudiantes.

 

El juez Maldonado concedió la suspensión, y fue junto con los abogados y familiares de los quejosos en su búsqueda, pero las autoridades negaron tenerlos e incluso apagaron las luces y simularon qué no había nadie en aquel lugar.

 

Continua relatando que el juez Maldonado, no dijo nada y se retiraron para despues pedir apoyo de los soldados de la zona militar, los cuales volvieron acudir a la comandancia, pero ya con la orden de derribar todas las puertas de la comandancia, hasta que encontraron a los estudiantes y se los llevaron.

 

Entonces, es cuando Góngora dice en su texto que «es peligroso, un juez federal que actúa es un problema».

  

Ya estando en Toluca, nuevamente el juez Darío Maldonado fue cambiado de adscripción a Nayarit. Góngora explica que ello se debió posiblemente a que el juez Maldonado conoció de un caso, en donde determinó que el desistimiento hecho por el procurador general de la República, fue indebido, ordenando además que se remitiera copia certificada del expediente al Congreso de la Unión para que se iniciara juicio político en contra del procurador.

 

Señala Góngora que, en ese caso, una persona perteneciente a la comunidad libanesa introdujo un carro de lujo al país sin pagar los impuestos correspondientes, por lo que al configurarse un delito fue denunciado y presentado al juzgado.

 

Explica que, la comunidad libanesa se movió y acudió al procurador para que interviniera, motivo por el cual, después presentó el desistimiento que no fue acordado por el juzgador.

 

Góngora refiere que, si bien el asunto no escaló a más gracias a que el procurador movió sus influencias, fue suficiente el escándalo para cambiarlo de adscripción a Nayarit.

 

Ya en Tepic, cuenta Góngora que el juez Darío Maldonado, le tocó conocer de un amparo relacionado con la posesión y propiedad de varios terrenos.

 

Menciona que, una de las partes en el juicio acudió al gobernador para obtener un tipo de solución a su asunto, ya que creían que el gobernador iba acceder pues venía del mismo grupo político.

 

Indica que, el gobernado les dijo que fueran con el juez y que le iba hablar para recomendar el asunto y que así lo hicieron.

 

Ya en la oficina del juez Darío Maldonado, mientras le explicaban el motivo de su visita, fue en ese momento que habló el gobernador por teléfono, y para no alargar el relato, dice Góngora que le colgó no de muy buena forma, sin antes decirle que él no recibía ordenes de ningún gobernador.

 

Posteriormente, menciona Góngora que el asunto lo perdieron las personas que acudieron con el gobernador y que ese fue el motivo para cambiarlo nuevamente de adscripción.

 

Destaca Góngora que, las decisiones de la Corte de cambiar de adscripción al entonces juez Darío Maldonado, nunca fue por unanimidad sino por mayoría, toda vez que hubieron ministros qué defendían la valentía del juzgador.

 

Góngora cuenta que, el juez Maldonado regresó a Hermosillo (porque ahí vivía su esposa e hijos), gracias a los ministros que defendían su actuación, además de ser viable, ya que para esa época ya no estaba el gobernador que fue acusarlo con Echeverria.

 

Años después, narra Góngora que él y el juez Maldonado fueron nombrados magistrados de circuitos y que se encontraban adscritos al mismo tribunal, por lo que se hicieron grandes amigos.

 

De acuerdo al ministro en retiro, señala que años posteriores, y para ser precisos en los años ochenta, la Corte decidió enviar al ahora magistrado Maldonado a Sinaloa, con la finalidad de iniciar los trabajos del recién inaugurado Tribunal Unitario.


Góngora platica qué, un día el magistrado Darío Maldonado recibió la visita de un abogado que era jefe del jurídico de la Dirección de Tránsito del Distrito Federal.

 

Góngora nunca dice el nombre del abogado, pero ahora con la nota al pie de página del libro del ministro en retiro Cossío, sabemos que se trata del ex juez de distrito Ferrer Mac Gregor.

 

La nota al pie de página del libro, dice solamente que el ex juez trató de sobornar al magistrado Maldonado con $ 500,000 pesos, para tratar de liberar al narcotraficante de apellido Echegoyen.

 

La nota concluye que la acusación derivó en la renuncia de Ferrer Mac Gregor, y no dice más, sin embargo, Góngora si señala que pasó exactamente.

 

Relata que Ferrer Mac Gregor, llegó a la oficina del magistrado Darío Maldonado a tratar el caso de un narcotraficante que estaba en su jurisdicción, sin embargo, Góngora no dice en qué sentido, ni el nombre del narco, pero con la nota al pie de página sabemos que se apellidaba Echegoyen, y que buscaba liberarlo, quiero suponer mediante un recurso.

 

Refiere Góngora que, el magistrado Darío Maldonado tuvo que salir un momento para atender una llamada y dejó a Ferrer Mac Gregor en la oficina, esto según en un corto tiempon, y que, para cuando regresó el magistrado, Ferrer Mac Gregor ya no estaba, pero había dejado un portafolio en su escritorio abierto y lleno de dinero.

 

Fue en ese momento, cuando el magistrado Maldonado le dio vista al ministerio público federal y los medios de comunicación se enteraron. Y con ello, Góngora concluye su texto.

 

Por su parte, Héctor Rodríguez Espinoza, quien fue compañero de trabajo del juez Maldonado, en su artículo del 2022, titulado «El Juez Darío Maldonado Zambrano (1925-2005)», confirma que el magistrado Darío fue «castigado» por la Corte, refiriéndose a que lo cambiaban constantemente de adscripción, no dice las razones pero gracias al texto de Góngora, es que ahora las conocemos.

 

Destaca Rodríguez que, no importaba a que Estado de la República enviaran al juez Maldonado, ya que este siempre destacaba como un excelente juzgador.

 

Rodríguez señala que, en un homenaje que le realizaron al juzgador federal, se dijo lo siguiente:


«Aun cuando no ha ejercido la docencia en el aula escolar, sí ha desempeñado una ejemplar pedagogía a través de sus pacientes enseñanzas a quienes nos consideramos, hoy y siempre, sus discípulos; de sus oportunos y valientes Fallos en no pocos casos de su competencia y responsabilidad histórica; y, sobre todo, de su debida distancia con otras autoridades, cuyos actos ha sido menester juzgar».

 

Dicen que los jueces no deben ser protagonistas ni deben presumir su trabajo, lo cual concuerdo, no obstante, siempre será importante contar historias como las del juez federal Darío Maldonado, quien sin pedir reconocimiento por lo que hizo, se destacó por dignificar su oficio, de manera valiente y siempre independiente.

  

Por ello, coincido con lo que decía el ministro en retiro Góngora sobre él, en el sentido de que «Jueces federales como Darío Maldonado, son los que necesita nuestro país», y que agregaría, que su historia merece ser contada y recordada.

 

Agradezco la lectura y me encuentran en X como @abogadotellez.